Durante días, semanas, meses y años, hemos vivido anclados en un ritmo de vida que ni tan siquiera nosotros éramos conscientes que podíamos llegar a llevar. Desayunábamos de pie para poder salir corriendo y no perder el metro de menos diez; entrábamos a la oficina corriendo, como Usain Bolt llega a la línea de meta; quedábamos con Marga, la amiga que ha venido a pasar unos días a Madrid, para comer y ponernos al día; a las 17h, clase en el gimnasio; vuelta a casa, dúchate y ponte guapo que has quedado para tomar algo en Ponzano, a eso de las 21h; y, por supuesto, no puedes fallar, que pasan lista.
De repente, un día, inmerso en tu rutina, frenética como no, mientras haces equilibrios para intentar cumplir con la Teoría del 888, te hacen parar, en seco. Te confinan en casa, te invitan a pasar 24 horas, siete días a la semana, encerrado entre las cuatro paredes de tu casa y bajo un techo del que siempre tratas de huir, no vaya a ser que este en algún momento se caiga. Pero no es un encierro cualquiera. Te obligan a recluirte sin dar abrazos, besos, mimos o, mejor todavía, pongámosle nombre y apellido: sin el beso de ‘buenos días’ de mamá, los achuchones de tu hermana o el beso antes de dormir que siempre, siempre, siempre te daba papá.
Al mismo tiempo, te animan a salir al balcón, a saludar a tus vecinos, a dar aplausos juntos, a golpear cacerolas agradeciendo a los sanitarios y ya, de paso, a brindar de balcón a balcón, cerveza en mano. Y es que elbarrionalismonunca antes había estado tan de moda.
Vivimos en pijama, teletrabajamos en pijama, comemos en pijama y, obviamente, aplaudimos en pijama. El sueño que todos alguna vez en nuestra vida nos habíamos planteado vivir. Y es que esto que estamos viviendo es algo que siempre deseamos, pero realmente nunca quisimos. Porqué ahora, tras más de una semana encerrados, contamos los días, horas y segundos para volver a sentarnos en la terraza de los bares, para vivir en la calle, para abrazarnos. En definitiva,para ser eso que nos han negado a ser durante estos días.
About The Author
Vicent Bañuls
AntiGramer, PerioArtista, intensito, alto y content copywriter.